Ana Lucía Pirona, La Guinea, Coro
Ana Lucía Pirona es una señora que emite destellos de energía y espiritualidad. Recibimos sus emanaciones tan pronto hablamos con ella a través de los barrotes de la reja que impide el acceso a su hogar que pronto se abrió para atendernos con toda la dulzura y amabilidad que la caracterizan. La habíamos visto en el porche ensimismada en la lectura de algún libro que luego supimos era una especie de crónicas de la ciudad de Caracas. Nos llamó la atención el hecho de la lectura, porque raras veces apreciamos a gente leyendo y mucho menos en la entrada de la habitación de una casa del barrio. Esta dama enjuta y electrizante tiene de 87 años de edad e igual cantidad de tiempo de vivir en su casa de la calle Federación, entre las calles Nueva y El Sol, justo en el corazón del barrio
· * Tambor veleño “El Nacional” julio 1993. [p-11]
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En el barrio había puros corianos, pocos curazoleños. Los padres de Lucía entraron por San Antonio, donde nació y, cuando se casó, se mudó para
En el pasado la comida era muy sana, la gente criaba en sus casa muchas gallinas y pollos con maíz, ahora son pollos muertos (que venden en el supermercado) ¿qué alimento tienen? Cada quien molía el maíz para hacer su arepa pelá.
La señora Ana Lucía Pirona considera que la actual juventud “no es como la nuestra”: todo se lo llevan a la nada; hay una ausencia de algo esencial: el respeto”. Quienes lograron vivir con aquellas normas, ya perdidas, se murieron.
En el barrio circuló un periódico que reflejaba algunas cosas de la comunidad. En una ocasión apareció en el una referencia a una familia de
Ana Lucía Pirona disfrutaba mucho de las fiestas, igual que lo hacía su familia. Recuerda, no sin cierta nostalgia, los carruajes y los coches de carnaval que circulaban por las calles; la gente de
La fiesta se concentraba, pues, en el casco histórico donde vivían los ricos. Los pobres tenían que desplazarse de sus barrios para el centro para ver los carruajes y la gente con disfraces. Desde los carruajes arrojaban golosinas, jabones, pinturas, etc., que la gente humilde agarraba alegremente.
Las comparsas salían muy bien vestidas y muchos de sus integrantes iban disfrazados. Ana Lucía deja escapar una expresión nostálgica: “muchas de aquellas cosas eran buenas, que el tiempo se llevó...”
El Coronel Lago y el General Jordán adquirieron acequias equivalentes a cañadas. En la calle Progreso hay una quebrada, que era de donde brotaba el agua. Detrás de la calle El Sol había otra acequia o quebrada muy grande.
La afición de Ana Lucía Pirona es la lectura. Disfruta leyendo, lo cual considera una herencia familiar: su padre leía mucho, a pesar de ser muy pobre. Siente orgullo de haber “salido como él. Me gusta mucho la lectura; el que lee mucho, algo aprende”. Está consciente de que se comporta como montuna en muchos sitios adonde acude. Le gusta oír y observar, más que hablar.
Siente que ella está perdiendo control, que las cosas se les están mudando.
Menciona el Doctor Iturbe, de Maracaibo, asociado al texto de la gaita “¿De dónde vienes Iturbe?” Lo conoció en el Zulia, en la primera vez que ella se hacía una radiografía; le pareció “fantochito.” Confiesa que ha vivido durante mucho tiempo en ese otro Estado; sus dos hijos mayores, de los cuatro, nacieron en el Zulia.
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