jueves, 24 de abril de 2008

La Guinea, barrio afrocaribeño de Coro, por euipo de INCUDEF

LA GUINEA:

BARRIO AFROCARIBEÑO DE CORO

JOSE MILLET/ MANUEL RUIZ VILA

Colaboradores científicos:

Eduardo Concepción/ Orlando Moreno/ Enzo Provenzano/Oscar Lázaro/ Luís Cazorla

Centro de Investigaciones Socioculturales

Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF)

Coro, 2006.

Título del libro: La Guinea, barrio afrocaribeño.

Autores; de Cuba: José Millet y Manuel Ruiz Vila; de Venezuela: Eduardo Concepción, Enzio Provenzano, Oscar Lázaro, Luís Cazorla y Orlando Moreno.

Correo electrónico: milletjb2004@yahoo.com

@Instituto de Cultura del Estado Falcón.

@José Millet; Manuel Ruiz Vila; Eduardo Concepción, Enzio Provenzano, Oscar Lázaro, Luís Cazorla y Orlando Moreno.

Diseño de cubierta: Mary Blanca Kamel

Diagramación:

Fotos del barrio: Eduardo Concepción y Orlando Moreno.

Foto de contracubierta: Henry Curiel.

Levantamiento de textos: José Millet.

PUBLICACIÓN DEL GOBIERNO BOLIVARIANO DEL ESTADO FALCÓN.

Printed in Venezuela.

A Joel James In Memoriam

Patriarca del Caribe

INDICE

Nota del Lic. Jesús Montilla, Gobernador del Estado Falcón………….p.

La Guinea, barrio afrocaribeño…………………………………………p.

Proyecto de investigación sociocultural Cubano-Venezolano………… p.

Anexos………………………………………………………………….p.

Fichas de los autores……………………………………………………p.

Fuentes escritas y orales compulsadas………………………………….p.

Colofón

Proyecto de investigación sociocultural cubano-venezolano.

Influencia de las pequeñas comunidades en la formación de identidades territoriales o locales, nacionales e internacionales en diversas manifestaciones de la cultura tradicional popular: el caso de La Guinea, en la ciudad de Coro, y de Macuquita, en la sierra del Estado Falcón, Venezuela.

José Millet y Manuel Ruiz Vila*

I. Antecedentes

A fin de darle continuidad a los acuerdos y convenios de intercambio académico establecidos por la Casa del Caribe desde hace más de tres lustros con varias instituciones culturales de Venezuela, ratificados el año en curso con ocasión de nuestra visita a la patria de Bolívar para coordinar la participación de su pueblo en la XXV edición del Festival del Caribe que le fuese dedicada, se nos ofreció la oportunidad de visitar Coro, capital del Estado Falcón, estimado como el Balcón Natural del Caribe, y no precisamente sólo por su estratégica ubicación geográfica, sino por fundamentadas razones históricas. De algunas reuniones sostenidas allí con investigadores, expertos, intelectuales y funcionarios oficiales surgieron varias proposiciones, entre las cuales una de las más importantes fue la de que la Casa del Caribe, donde trabajamos los autores principales de la presente comunicación, se comprometió a apoyar—como lo ha hecho durante casi un cuarto de siglo con instituciones de varios países de la región basada en su razón social de ser en tanto Centro de Investigaciones Socioculturales con una proyección internacional--- el desarrollo de estudios conjuntos de la cultura con personal calificado del Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF) que dirige el poeta Simón Petit, guionista de cine y entusiasta organizador de la cultura.

No ocultamos que fuimos fascinados por Coro, como por casi todo el Estado y por la perspectiva de que esta región se nos antojaba como muy semejante a la de Santiago de Cuba desde diversos puntos de vista. El hecho de que Venezuela, en la voz de su Presidente el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, se proclamara como un país latino- caribeño y reivindicara con ello su pertenencia a la comunidad de pueblos surgidos en el crisol del Caribe en el que está anclado nuestro Caimán Verde, nos espoleó a lanzarnos a fondo en la proposición que se nos hiciera de iniciar un trabajo de investigación conjunta cubano-venezolana con el tema del papel de la cultura tradicional popular en la formación, desarrollo, preservación y difusión de la identidad cultural tomando como punto de partida dos pequeñas comunidades de Falcón. Resultaba necesario escogerlas y a ello se había dedicado uno de los autores desde hacía varias semanas antes de la llegada del segundo.

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*Investigadores de la Casa del Caribe.

Dado que Coro está rodeada por un macizo montañoso como lo está la ciudad de Santiago de Cuba por la Sierra Maestra, decidimos seleccionar una ubicada en esas estribaciones y la otra en la ciudad de Coro, entre las que existieran suficientes razones para establecer interrelaciones entre ellas, sin descartar que lo pudiéramos hacer más adelante con otras semejantes estudiadas por nosotros en la provincia de Santiago de Cuba.

En las últimas semanas, hemos desarrollado reuniones de trabajo con algunos colegas nuestros para lograr un marco de referencias o contexto que nos permita avanzar en la elaboración de un diseño de investigación que desarrollaremos conjuntamente con investigadores, expertos y promotores culturales de Falcón, para materializar el mencionado acuerdo. Tratando de apartarnos de la forma habitual en que, ante la Academia, suelen formalizarse estos estudios, creímos conveniente ofrecer aquí alguna información elemental inicial y dar algunos avances de lo que pretendemos desde el punto de vista teórico dirigido a un público generalmente no bien actualizado de la realidad social en la que descansará nuestro esfuerzo científico-investigativo en el caso que nos ocupa. Procede en este punto aportar elementos de juicio de lo que, desde la Casa del Caribe, hemos hecho en relación con el estudio de las pequeñas comunidades en Cuba.

En cuanto a la experiencia institucional de la Casa, durante más de un cuarto de siglo hemos tenido el privilegio de aplicarnos al estudio de comunidades rurales y urbanas ubicadas en la porción oriental de Cuba y, de modo muy particular, en lo que es hoy la actual provincia de Santiago de Cuba. En efecto, la organización del Festival del Caribe, que hemos realizado anualmente desde 1981, nos condujo a sostener contactos sistemáticos con diversos tipos de comunidades portadoras de expresiones artísticas de la cultura tradicional popular de origen caribeño (como las provenientes de Haití, Jamaica, Islas Caimán, de las islas anglófonas, etc.) existentes en el referido territorio, el que se fue ampliando hasta abarcar a casi todo el país o, al menos, a sus regiones más representativas desde la perspectiva de estas manifestaciones.

Dejando atrás los tiempos en que éramos estudiantes de la Universidad y nos preocupábamos por discutir acerca de los rasgos de la identidad social del cubano, la identidad cultural de nuestro pueblo se nos reveló como un calidoscopio que debíamos continuar revelando en toda su complejidad. Transitamos, luego, del mero catastro de esas comunidades que, en fecha tan temprana como mediados de los 70, adjetivamos de portadoras de expresiones culturales de “origen caribeño”, a una reflexión continua y profunda acerca de los batientes de nuestra cultura y de nuestro ser nacional.

Naturalmente, persiguiendo tales fines trascendentes, no avanzábamos solos ni tampoco carecíamos de antecedentes; tuvimos la dicha de compartir frecuentísimos viajes a la Sierra Maestra con el sabio cubano Fernando Boytel Jambú, máximo conocedor de los sustantivos aportes franco-haitianos a nuestra cultura nacional. En acto de justicia, el honor de haber sido incluida hace poco tiempo la Tumba Francesa santiaguera en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y de estarse tramitando igual condición a las ruinas de los cafetales franceses ubicadas en la Sierra Maestra, habría que compartirlo con él. Otros entrañables especialistas cubanos, de no menor estatura, enriquecieron nuestras vidas con discusiones y encuentros periódicos en lo relacionado con la historia, la etnología, la identidad y el objeto que ahora nos ocupa: el de la cultura de una comunidad y su aporte a la formación o desarrollo de la identidad. Entre otros, debemos consignar aquí los nombres de Isaac Barreal, Argeliers León, Pedro Deschamps Chapeaux, Manuel Moreno Fraginals, Alberto Pedro…todos ya desaparecidos, físicamente hablando.

A este último se debe el primer ensayo etnográfico dedicado a una comunidad cubano-haitiana de las tantas ubicadas en nuestro país y al complejo cultural del gagá que, desde entonces, espera por un estudio definitivo, aun cuando continuaron esa línea de indagación el camagüeyano Rafael García Grasa, “Papito”, el palmero Manuel Santana y el Dr. Jesús Guanche. Tenemos otros casos en Santiago de Cuba de gente que estudió e investigó la presencia y el aporte de los inmigrantes caribeños para conocer sus tradiciones artísticas y hacer montajes musicales, danzarios, teatrales o con otros fines prácticos. Ocupando un sitio de primera línea, dos instituciones deben ser mencionadas cuando se trate este asunto trascendente: el Conjunto Folklórico de Oriente, fundado en nuestra ciudad en 1960, en lo que respecta a la indagación en comunidades rurales de origen haitiano y el Cabildo Teatral Santiago, fundado en 1975 también aquí, en lo relativo a barrios con tradición carnavalesca de nuestra ciudad.

Quedaron desde entonces esbozadas dos líneas de trabajo por las que transitaríamos muchos compañeros, tanto artistas como promotores de la cultura y, más recientemente, investigadores profesionales: debía insistirse en la necesidad del estudio de las tradiciones culturales del pueblo cubano arraigadas tanto en el campo como en la ciudad, a nivel del territorio, la localidad, la comunidad y la región, donde tal vez se nació o se vive pero de los cuales no había una conciencia cabal en cuanto a peculiaridades y alcance para la comprensión de la formación del cubano y sus rasgos característicos. Esta indagación debía afincarse en el conocimiento de la historia en la que saltaba a la vista la vinculación, que luego fue pertenencia, a una cultura común que luego estuvimos mejor preparados como para calificarla y definirla como caribeña.

En cuanto a la configuración del eje temático al cual debíamos ajustar nuestros estudios, dos objetos terminaron por acaparar nuestra atención: el de las tradiciones festivas, en el que destacaba el carnaval santiaguero, y el de las religiones afrocaribeñas y el espiritismo. Así, desde 1982 nos hemos dedicado al estudio de las agrupaciones folklóricas de la ciudad de Santiago de Cuba, lo cual implicó realizar un prolongado e intenso trabajo de investigación de campo que nos conduciría, para dicha nuestra, a descubrir la magia fascinante de la gente de un barrio que tal vez sea en Cuba el que conserve las raíces de África con un grado mayor de fortaleza y, a un mismo tiempo, las expresiones de cultura tradicional popular más profundamente arraigadas en su conciencia. Se trata del barrio santiaguero de Los Hoyos, espejo para cualquier investigador del planeta de lo sucedido a la Humanidad en este centro de fuerza telúrica que es el Caribe en lo que se refiere a procesos donde la historia y la transculturación han marchado siempre de la mano para producir aquí el milagro de la aparición de el hombre nuevo que se traduce, en términos del filósofo italiano Antonio Gramsci que compartimos, en nuevas relaciones sociales.

A partir de la década de los ochenta y durante casi una diez años, estudiamos allí cómo el núcleo de una agrupación carnavalesca, la Conga de Los Hoyos “El Kokoyé”, se las había ingeniado para, venciendo la lucha de las generaciones y las condiciones sociales hostiles que a todas luces debían producir el desgaste de las tradición, conservar un acervo de valores, ingeniosidades, prácticas cotidianas, hábitos y habilidades asumido y considerado por todos como patrimonio espiritual exclusivo del barrio. Justamente en ese dominio, coto particular o heredad apreciada como característica de ese núcleo y de esa comunidad, descubrimos que se hallaban los elementos esenciales de la identidad del hoyero y, cosa asaz significativa descansando encima de este sólido basamento del santiaguero como expresión de fresca y lozana cubanía. Para nosotros la convivencia cotidiana y prolongada durante el tiempo apuntado con los líderes y cabezas del núcleo directivo y muchos otros miembros de la Comparsa Conga de Los Hoyos, nos demostró que estábamos, pues, frente a ese conglomerado humano que se denomina comunidad y cuyos rasgos característicos definiremos debajo. Y así lo reflejamos en nuestro libro intitulado Barrio, comparsa y carnaval santiaguero, publicado hasta el presente sólo en República Dominicana y que obtuvo en 1998 el Premio Nacional compartido en Investigación Socio-cultural del Ministerio de Cultura de Cuba.

En cuanto al estudio del rico espectro de la religiosidad tradicional del pueblo cubano, podríamos aportar muchas experiencias, tal vez aprovechables por los investigadores venezolanos con quienes estamos compartiendo el presente trabajo y con el público en general que leerá estas líneas. Por razones de espacio, nos vamos a limitar a mencionar dos casos: uno relacionado con el espiritismo y el otro con la cultura de origen haitiano en Cuba. En el denominado espiritismo de cordón existe una base étnica común que lo hermana con Las Turas, verdadera y auténtica página desprendida de la historia del hombre sobre el planeta que Venezuela tiene el privilegio de atesorar y acerca del cual, desde hace varios años, hemos manifestado que debe ser incluido en la mencionada Lista de Patrimonio intangible de la UNESCO. Enriquecedor y realmente estimulante ha sido convivir desde nuestra niñez y, ahora, en las últimas décadas en condición de investigador profesional, con miembros de los centros cordoneros, algunos de los cuales se comportan y viven como los cristianos primitivos: comparten sus alimentos, ofrecen un elevado sentido de la hospitalidad y se niegan a doblegarse a las relaciones de intercambio en que medie el interés material o económico. Toda su obra o práctica religiosa está dirigida al beneficio del prójimo, cuyo bienestar corporal y sobre todo espiritual constituye para ellos la valía suprema de cualquier conducta humana en tanto que coloca a la persona en la dirección de entrega absoluta a la Providencia Divina, que es el fin más trascendente.

En muchos de estos centros o templos cordoneros hemos respirado el mismo espíritu de los falansterios de los socialistas utópicos franceses o algo parecido al hombre perteneciente al comunismo primitivo de que nos hablan algunos textos de filosofía. Sobran los ejemplos ilustrativos, pero sólo mencionaré de pasada aquél con que compartí tantas veces ubicado cerca de la Ciudad Pesquera de Manzanillo, donde se veneran en sus altares y en sus ritos los espíritus del Che Guevara y del Comandante Camilo Cienfuegos. Casi nos sentimos obligados a proporcionar un detalle significativo: cerca de él se encuentran las ruinas del Ingenio La Damajagua, donde su propietario, el poeta y abogado Carlos Manuel de Céspedes, a continuación de la realización de una fiesta de Tumba Francesa la noche anterior, liberó el 9 de octubre de 1868 a sus esclavos y se levantó en armas con ellos y otros patriotas para iniciar allí el proceso de independencia de nuestro pueblo del dominio español.

Fue así cómo también, para entonces, nos lanzamos a fondo al estudio de varias comunidades de origen haitiano existentes en el campo: una ubicada en el macizo de caña de azúcar y otras en la Sierra Maestra, donde el café ha constituido un rubro básico de la economía. En cuanto a la primera, se pudo publicar en Polonia un estudio sociológico de la comunidad de Barrancas, que constituye el más acabado de cuanto se hubiesen hecho hasta entonces y nos permitió visualizar el marco socio-económico en que tenían lugar las expresiones de la cultura tradicional haitiana sumamente arraigadas, extendidas y dominantes en la población cubana que ha compartido su vida con estos inmigrantes durante más de seis décadas. Tras las huellas del vodú, el estudio de otras comunidades nos permitió formular un conjunto de hipótesis relacionadas con los mecanismos de intercambio cultural entre cubanos y haitianos, las cuales fueron recogidas en el libro El vodú en Cuba, publicado en República Dominicana en 1992 y que, en 1998, resultara Premio Nacional de Investigación Sociocultural otorgado por el Ministerio de Cultura de nuestro país.

Dado que el presente estudio es binacional, cabría preguntarse: ¿con qué contamos por la parte venezolana? En primer lugar con personas del mundo académico profesionalmente calificadas, encabezado por historiadores, cronistas, profesores e investigadores sumamente experimentados que viven en Coro o en otras ciudades de Falcón y a quienes les resulta muy familiar el tema seleccionado. Algunos de ellos han investigado y publicado algunos trabajos en los que se hace referencia al marco histórico y a personajes relacionados con las comunidades seleccionadas. El prestigioso historiador Luís Dovale, director del Archivo de Historia Regional del Estado Falcón, nos ha ofrecido una plena y amplia disposición a cooperar con nuestro proyecto, como asimismo lo han hecho otros de no menor valía. El cronista oficial del Municipio Miranda, Arcadio González, abrió las puertas de su oficina de historia para apoyarnos, como la abrió también la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda con la inclusión nuestra en su Cátedra Libre de Identidad Local recién creada con tales generosos propósitos y con la que tenemos una antigua relación de trabajo académico. Debemos dejar testimonio de igual disposición manifestada por profesores universitarios dedicados en los últimos tiempos al desarrollo de los estudios regionales, como la profesora falconiana Dra. Dulce Marrufo.

Asimismo, y los colocamos en este lugar para su destaque, el proyecto del estudio de La Guinea responde a la inquietud de un grupo integrado por líderes de la comunidad encabezados por el Sr. Mario Aular y de profesionales que desde hace un tiempo han manifestado su voluntad de llevarlo adelante y en el que se han destacado la poetisa Celsa Acosta y en especial la historiadora Lic. Nereyda Ferrer, hasta hace poco directora del Archivo de Historia del municipio Miranda y con quien media un conjunto de objetivos alcanzables con la cooperación y el trabajo mancomunado. Resulta digno de destacar la entusiasta acogida que ha tenido su reanudación por parte de muchos valiosos compañeros y autoridades del municipio y de la localidad. Al presentar el proyecto, debo confesar honestamente que hemos quedados muy bien impresionados por la acogida que nos dieron la mayoría de los promotores que trabajan en el Instituto de Cultura de Falcón (INCUDEF) y, naturalmente, por su junta directiva. Tal fue la comprensión de su alcance y aceptación que se decidió crear el Departamento de Participación Ciudadana, al frente del cual fue colocado Fernando Jiménez, con quien tenemos una fructífera y vieja relación de trabajo en la dirección que nos ocupa. Su jefe inmediato superior, Jorge Luís García Puerta, resulta también una personalidad con amplio dominio de la historia local y de sus personajes más prominentes, por lo que afablemente me brindó su respaldo en términos de experto y de cabeza en INCUDEF del Departamento de Promoción y Difusión de la cultura, con el cual se ha coordinado el tipo de investigación-desarrollo que queremos implementar.

Otro gesto de parte de INCUDEF muy importante lo constituyó la asignación del joven bachiller Luís Cazorla, director del Departamento de Cultura Popular, y del promotor Enzio Provenzano como parte de un equipo encargado de atender oficialmente este importante asunto. Con ellos iniciamos la labor de familiarización con la comunidad La Guinea, hicimos recorridos y visitas que nos permitieron apreciar el grado de aceptación que tiene nuestra propuesta entre sus vecinos.

Por otro lado, se ha producido una acumulación importante de referencias en la dependencia falconiana del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) basada en un minucioso trabajo de recopilación de los últimos censos venezolanos de población y en la actualización de los mismos afincada en un novedoso método de empleo de los líderes o expertos miembros de los barrios de Coro, quienes están brindando un elevado espíritu de colaboración. La información almacenada en esa base de datos, que incluye planos, resultará extremadamente útil para nuestros propósitos de indagación, búsqueda y análisis. El INE cuenta aquí con un equipo de jóvenes de alta calificación técnica, gran sentido de responsabilidad y con espíritu de cuerpo en proyección de su trabajo, lo que nos ha permitido intercambios ampliamente provechosos para ambas instituciones. Creemos necesario hacerles aquí un merecido reconocimiento por su abierto espíritu de colaboración y consignar sus nombres: lo encabeza el ingeniero César Ramírez; y lo integran el informático Leonel Córdova, el estadístico Raúl Smith, el agrónomo José Castro y el geógrafo Luís Avendaño.

Cuando avancemos en el presente estudio, también será importante el apoyo que aportará la valiosa documentación existente en varios archivos, como el de La Alcaldía Miranda, el de la Universidad Francisco de Miranda y la que atesora el profesor Lic. Héctor Velasco con su red de docentes aplicados al levantamiento de información en los municipios del Estado, también la red que ofrece la dirección de Educación al mismo nivel. Existen otras vías de obtención de información actualizada acerca del hábitat, las condiciones materiales de vida e indicadores de salud de la población de las comunidades seleccionadas, como la que pueden ofrecer la Comisión Presidencial para el rescate y la conservación del patrimonio cultural de Coro y La Vela, cuya secretaría técnica está en manos del profesor Renny Vargas; la dirección de Salud del Municipio Miranda, en manos del medico Dr. Edgar Silva y la red del programa Barrio Adentro, las que ofrecen un alto rango de confiabilidad porque todas se asientan en un riguroso y pormenorizado trabajo con las fuentes primarias.

II. Marco conceptual

Antes de formular el cuerpo tentativo de hipótesis que nos proponemos demostrar en el curso de nuestros estudios e investigación de campo en el Estado Falcón, necesitamos explicitar el contenido semántico y alcance de los conceptos principales con que operaremos, como cultura, comunidad e identidad. El concepto de cultura en su acepción más amplia, entendido como concepción de la vida y el hombre coherente, unitaria y difundida nacionalmente, nos remite a la esfera de la praxis social: al modo de vida de una sociedad determinada, que se traduce en un sistema de valores éticos y morales que a su vez condicionan costumbres, hábitos, formas y medios o de subsistencia, estilos, expresiones artísticas, instrucción cultural, normas y patrones de comportamiento a nivel del individuo y de los grupos. No ha sido hasta hace muy poco tiempo que el enfoque de la Microsociología nos ha permitido visualizar el que estos módulos antes mencionados tienen su base o célula originaria en un micro territorio o localidad determinada, donde se produce un proceso de establecimiento de nexos y concatenaciones impuesto por el propio desarrollo social, a partir del cual ellos intercambian, reciben y/o asimilan contenidos y expresiones de otros micro territorios o localidades hasta constituirse en un elemento de carácter regional e, incluso, hasta llegar a difundirse nacional e internacionalmente.

Muchos autores afirman que la célula originaria de la sociedad es la comunidad y que la célula de la comunidad es la familia. Pero, ¿qué es la comunidad? Comunidad es aquello que es común en el sentido de lo que pertenece por entero a los miembros de un grupo de personas afines en términos de su subjetividad, de la cual hablaremos más adelante. Desde el punto de vista de la Sociología, comunidad es una forma particular de organización social que se logra no por voluntad del individuo, del que ella es independiente y que se caracteriza por el hecho de que sus miembros viven en común con ayuda de recursos que pueden o no ser de su propiedad. Se trata de un grupo humano orgánico dotado de cierto margen de libertad, en el que se nace o se accede no por contrato o mecanismo jurídico, como el matrimonio, sino por compartir espontáneamente bienes comunes, sean éstos materiales o espirituales, lo cual es su sello más significativo.

Hasta cierto punto, esta visión de la comunidad remite al origen mismo de la especie humana en el cual no había aparecido el excedente económico y las relaciones estaban regidas por la ausencia del arte o de las técnicas dirigidas al intercambio interesado y a la postre al dominio de quienes no poseían esos excedentes por los otros que adquirieron poder con su posesión. No obstante, cuando un grupo humano es capaz de lograr sus propios medios y recursos para la subsistencia valiéndose de la aplicación de sus energías creadoras hablamos de comunidad, condición de lo que ahora se denomina desarrollo endógeno, es decir, resultado de la aplicación del trabajo de un grupo que no depende para lograrlo de la ayuda o la asistencia del exterior.

Mas la comunidad no necesariamente está definida o determinada por la reproducción de la vida material o por el hecho económico. Podemos hablar de una comunidad desde el punto de vista social más abarcador, que incluye por ejemplo la esfera de lo espiritual y lo religioso, tipo que resulta del de las de mayor fortaleza en muchas sociedades y circunstancias. Son rasgos distintivos suyos, entre otros, las tradiciones, los modos o peculiar manera de subsistencia, el comportamiento social, el hábitat y, aunque no necesariamente, las creencias religiosas y la espiritualidad ya mencionados. También entran aquí, en cierta medida, determinadas relaciones de parentesco, no reductibles a las sanguíneas

La comunidad rural ilustra como modelo de alto valor expresivo el peso y la función del factor subjetivo en la cohesión y preservación de los rasgos comunitarios. En ella se conservan en mayor número y de mayor significado la ayuda mutua o mutualidad, la cooperación y la solidaridad entre los miembros del grupo, capaces de sacrificar intereses personales para satisfacer necesidades de otras personas. Estos rasgos pueden ser observados asimismo en los pequeños poblados o en los asentamientos semi-rurales, donde ellos no son tan fuertes ni tampoco empleados con la constancia y la frecuencia con que se dan en el campo. De modo que, podemos convenir en que, mientras más alejada de núcleos poblacionales en particular urbanos, más fuerte será la comunidad, del mismo modo que su capacidad de agenciarse recursos propios la situará en un grado de mayor cohesión y solidez.

Desde este mismo punto de vista sociológico, la comunidad puede ser entendida como una forma de sociabilidad especial, dada por un origen natural, étnico, espiritual o nacional de los miembros de un determinado conglomerado. En efecto, se trata de un grupo de personas ligadas por un conjunto de creaciones, representaciones colectivas, aspiraciones, necesidades e intereses que llegan a formar una unidad social localizada en un espacio. Una de las variables de mayor importancia al considerarla es el factor subjetivo. Así, para Georges Gurvitch, comunidad es la forma más equilibrada del Nosotros, es decir, de una colectividad difícil de descomponer en sus partes constitutivas y, en consecuencia, la más estable y equilibrada. De ahí que el ruso N. Berdiaeff la considere como la fraternidad real de las personas, en la que cada uno de sus miembros se transforma y sacrifica su individualidad en aras de ese bien superior que conscientemente ha abrazado y al que, en consecuencia, no puede permanecer ajeno.

El último de los conceptos claves manejados en la presente investigación es el de identidad, acerca del cual se ha formado un campo donde predomina la polémica. Así, para Gilberto Jiménez “la identidad supone por definición, el punto de vista subjetivo de los actores sociales acerca de su unidad y fronteras simbólicas; respecto a su relativa persistencia en el tiempo, así como en torno de su ubicación en el mundo, es decir, en el espacio social.” Desde nuestro punto de vista, identidad remite a los conceptos de cultura de una etnia, comunidad, grupo social, pueblo o nación en que el sujeto se reconoce en relación de pertenencia con el conglomerado social suyo en tanto se diferencia con otras culturas que delimitan sus fronteras.

La identidad es mutable, se enriquece o transforma, incluso puede llegar a perderse por un proceso de globalización y falta de memoria histórica. Los símbolos, la tradición oral, la cultura tradicional popular, el reconocimiento de la historia y la lucha por la soberanía e independencia son componentes consustanciales de lo que llamamos identidad nacional. La identidad nacional no es un resumen ni suma de identidades locales, sino más bien una asociación de estas identidades particulares en términos que caractericen a los sujetos individuales y colectivos que se reconocen miembros de esa nación o Estado.

Por parecernos de máxima claridad y consistencia, nos apoyamos en la siguiente formulación del ensayista cubano Joel James:

“El concepto de identidad tiene pertinencia tanto para una definición de lo nacional, de lo cultural como de lo personal. En un intento de acercamiento al concepto pudiéramos decir que por identidad debemos entender la conciencia de lo propio, que es decir, de aquellas especificidades que nos hacen diferentes. Esto significa que la identidad se da siempre en relación a otros diferentes que eventualmente pueden ser entidades contrarias.

Tal es el caso de la identidad cultural y nacional cubana que se fragua por una voluntad independentista primero frente a España y luego frente a Estados Unidos.

Sin olvidar la importancia de la naturaleza insular de Cuba, en la definición de una identidad tendríamos que detenernos en toda la importancia que merecen aspectos como:

1. la cultura tradicional popular

2. la memoria histórica común

3. los sistemas simbólicos referenciales con capacidad de definición.

En países que no reúnen las condiciones geográficas e históricas cubanas, es decir, multiétnicos, fronterizos, con pluralidad de lenguas, ¿resulta pertinente esta definición de identidad?

Es cosa precisamente a investigar.¨

III. Objeto de estudio

El estudio de una o de varias comunidades inscriptas en estos micro- territorios o localidades, nos puede permitir desentrañar las raíces de determinadas expresiones culturales que en un nivel social amplio recibimos como símbolos culturales de una región o, incluso, de un país.

La figura del tambor se presenta como una especie de reinado en las fiestas y actividades artístico-culturales en un porcentaje significativo de los asentamientos poblacionales del Estado Falcón, al punto que estamos tentados a afirmar que llega a constituir lo que pudiéramos denominar el complejo del tambor coriano, al que se vinculan expresiones musicales y danzarías acompañadas de diversos instrumentos musicales. Esto nos ha motivado a realizar una indagación exhaustiva del asunto, para lo cual hemos tomado una comunidad ubicada en la ciudad de Coro y otra rural, enclavada en las estribaciones montañosas que rodean esta villa, bajo la consideración de que en ambas están presentes los orígenes de estas expresiones predominantes de la cultura.

Tomando en cuenta lo que conceptualmente hemos definido antes para el concepto de cultura, se requiere estudiar en profundidad la razón de existencia de estas comunidades, sus movimientos y estructura demográfica, el o los centros económicos o actividad de producción material que han permitido su subsistencia, sus referencias históricas en términos de su participación en las diversas circunstancias políticas y nacionales o libertarias, las expresiones culturales mostradas en el momento de su surgimiento, las que se les fueron incorporando y las que actualmente subsisten, su influencia y repercusión en el resto del territorio a nivel del Estado o región y de la nación en su conjunto, el status económico y de pertenencia de la población existente en la mismas, así como otros elementos que forman parte del modo de vida de estas micro sociedades, como los vínculos existentes en razón de los movimientos demográficos o de traslados culturales entre la comunidad rural y la urbana.

III a.- Objetivos

3.1 Objetivos generales

Nos proponemos aportar las evidencias, datos y argumentos que nos permitan comprobar los siguientes objetivos generales:

1.- Demostrar las especificidades y similitudes en el surgimiento, comportamiento, preservación y promoción de determinadas expresiones de la cultura popular tradicional mediante el estudio de comunidades urbanas y rurales de Venezuela y de Cuba.

2.- Demostrar la repercusión de determinadas expresiones de la cultura popular tradicional de las pequeñas comunidades en contextos territoriales, regionales, nacional e internacional.

3.- Basándonos en la realización de los objetivos anteriores, demostrar la importancia de la cultura tradicional en la formación de los valores de liberación social, patriotismo y de defensa de las identidades locales, nacionales y regionales, así como la necesidad de investigar, atender, preservar y estimular las pequeñas comunidades portadoras de estas manifestaciones.

4. Conceptuar el importante papel y función de las identidades locales en la formación de identidades regionales, nacionales e internacionales.

5.- Estrechar relaciones de trabajo y experiencias entre investigadores cubanos y venezolanos.

3.2 Objetivos específicos.

Asimismo, aportaremos evidencias, datos y argumentos para poder demostrar los siguientes objetivos más específicos:

1.- Estudiar el surgimiento, desarrollo y preservación de la comunidad La Guinea, de la ciudad de Coro.

2.- Estudiar el surgimiento, desarrollo y preservación de la comunidad rural Macuquita, ubicada en la sierra coriana.

3.- Analizar los nexos y similitudes en cuanto a calidad humana, psicología social, valores morales y éticos, así como las diversas expresiones de la cultura tradicional popular existentes en las dos comunidades mencionadas.

4.- Valorar la influencia de estas manifestaciones culturales y, en particular, del tambor coriano, en el Estado Falcón y en otras regiones de Venezuela y del Caribe.

5.- Medir y justipreciar el grado de conciencia existente en la población de Coro en relación con el lugar y papel del tambor coriano como elemento que simboliza la identidad de esta localidad y a nivel de la nación.

6.- Establecer elementos de juicio o pautas que permitan comparar el comportamiento del fenómeno que nos ocupa en las dos comunidades corianas seleccionadas con el de otras comunidades de este tipo pertenecientes a poblaciones del Caribe, en particular con el barrio de Los Hoyos, de Santiago de Cuba, y con la comunidad cubano-haitiana de Pilón de Cauto, en la Sierra Maestra.

7.- Establecer comparaciones relacionadas con el grado de conciencia de la población coriana de Venezuela en torno a la cultura del tambor y la de Santiago de Cuba en torno a las expresiones del carnaval y de otro tipo.

8.- Apoyándonos en el alcance de los objetivos anteriores, elaborar un cuerpo teórico que nos permita medir y valorar la influencia de las manifestaciones de la cultura popular tradicional en la formación y preservación de las identidades locales, así como el papel de las identidades locales en la identidad de una nación o de una región, como es la del Caribe.

IV.- Hipótesis

1.- Las comunidades urbanas formadas por los movimientos migratorios del campo a la ciudad mantienen en lo esencial los signos de su identidad aun cuando se incorporen otros elementos que resulten necesarios para su adaptación al medio.

2.- Las manifestaciones de la cultura tradicional popular constituyen componentes de nuestras identidades nacionales y son el resultado de la trascendencia de estas manifestaciones en el origen, desarrollo y consolidación de las pequeñas comunidades.

3.- Existen similitudes importantes o significativas en las identidades caribeñas, con independencia del proceso de su formación, en razón de su componente común de raíz africana.

V.- Métodos y técnicas.

1.- Investigación bibliográfica.

2.- Investigación documental en archivos locales, regionales, nacionales y de otros países, como Curazao.

3. Obtención de información socio-demográfica

4. Obtención de información primaria y testimonial

5.- Consulta a expertos locales

6.- Entrevistas y encuestas a muestras seleccionadas en las comunidades objeto de estudio.

7.- Entrevistas y encuestas a muestras seleccionadas de la población coriana (no pertenecientes a ninguna de las dos comunidades.)

8.- Análisis de contenido de las entrevistas y procesamiento estadístico de las variables encuestadas en las entrevistas.

9. Encuesta de opinión cerrada a través de medios impresos públicos, dirigida pues a la población del Estado en relación con determinadas manifestaciones culturales.

VI.- Rasgos generales de las dos comunidades venezolanas objeto de estudio.

1.- La región histórica donde están enclavadas

Desde el arranque mismo del proceso de expansión europea de las islas del Caribe hacia la Tierra Firme, el territorio donde se ubica el actual Estado Falcón se convertiría en el trampolín usado por los conquistadores españoles en su política de conquista y colonización de esta parte importantísima del continente americano. Cada uno de las prácticas que experimentan los invasores, hallarán en él un correlato parecido o aumentado. La historia de la configuración y evolución de la región histórica conocida hoy por región caribeña, debe ser estudiada y explicarse, al menos desde estos inicios, a partir de la relación que se estableció desde entonces entre las islas caribeñas, Falcón y las tierras y pueblos que fueron incluidos en el mencionado proceso de implantación capitalista. Los procesos y fenómenos principales que tienen lugar desde y en el Caribe hallan cierto correlato en el espacio humano y social que nos ocupa, incluyendo algunos rasgos y características particulares o específicos acerca de los cuales deberemos aportar resultados basados en el estudio de su historia y estructura socio-económica, fundamentalmente.

Geográficamente, Falcón se ubica en una posición privilegiada que beneficia los intercambios, contactos y permanente interacción con los habitantes de las islas del Caribe que lo circundan, las que pueden ser visualizadas, desde determinados sitios elevados, en días despejados. Esas condiciones bienhechoras de la navegación propiciaron en el pasado un alto nivel de contacto entre la población aborigen a ambos lados del Mar Caribe y fue aprovechada eficientemente por los africanos esclavizados de algunas de las mencionadas islas para escapar de su servidumbre, empleando la modalidad de lo que el historiador cubano Pedro Deschamps Chapeaux denominó el “cimarronaje marítimo”.

Se hizo casi una norma el que la población de las islas circunvecinas emigrase primero a las costas de la Península de Paraguaná y a otros territorios costeros, para buscar desde allí asentamientos en otros sitios con mejores condiciones climáticas y ambientales, como es el caso por excelencia de la Sierra Coriana, donde existen micro climas que favorecen la actividad agropecuaria. La hambruna atroz desatada a principios del siglo XX, provocó un éxodo migratorio impactante desde este territorio semidesértico de dicha Península hacia el resto del Estado, proceso en el cual muchas personas murieron, a tal punto que el imaginario colectivo recreó el fenómeno en la leyenda de las Ánimas de Guasare, sitio obligado de peregrinación nacional del venezolano que cada año visita a Falcón fascinado por sus playas y bondades naturales excepcionales y reconocidas en todo el país y fuera de él.

Actualmente, se realiza un flujo diario y permanente durante todo el año de personas que navegan en ligeras embarcaciones desde Paraguaná a las islas holandesas vecinas, adonde venden diversos productos y se produce un intercambio comercial muy beneficioso.

2.- Comunidad Macuquita

Esta comunidad está ubicada a unas decenas de quilómetros de la ciudad de Coro, capital del Municipio Miranda, el que comprende territorios del llano, costas con puertos de gran valor histórico y estribaciones montañosas con hermosas vistas y paisajes provistos de humedales que en algunos casos le proporcionan fertilidad a los suelos y propician una vegetación exuberante, que contrasta con otra de tipo xerófila y semiárida que a ratos introduce el contraste. Hay que hablar de este Municipio como una sub-región donde deberán ubicarse, según rigurosa perspectiva de la historia, el Puerto Real de La Vela, este último por donde desembarcó el General Francisco de Miranda hace exactamente dos siglos y que, en un acto de justicia universal, fue incluido junto con Coro en la Lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Macuquita se ubica, camino de la Sierra Coriana, en un punto de la Ruta de la Libertad, y no en la Ruta del Esclavo, como ha sido instituida también en uno de sus programas por el antes mencionado prestigioso organismo internacional. Cierto es que no muy lejos, existen las ruinas del depósito de esclavos denominado Güide, al que los negros de la Sierra le dieron el nombre de El Tinglado, que fue una un fortín al estilo de las ergástulas de los romanaos, con una estructura hecha a base de piedra, cal y barro cocido. El Tinglado está situado en las que fueron las tierras del militar Juan de la Colina, quien se convertiría en amo y señor de la sierra coriana en base a las exportaciones de cacao, café, azúcar, pieles y aguardiente blanco y quien supo servirse excelentemente del comercio de esclavos, que tenía como punto fundamental de provisión a la cercana isla de Curazao.

Pero, si bien este mudo testigo es evidencia del uso por parte del explotador de la fuerza de trabajo esclavo y del propio comercio esclavista, en esas mismas sendas de la serranía se habrían de continuar la resistencia y las luchas hincadas entre la población aborigen y los esclavos hacía mucho tiempo. En ese paraje donde en el pasado abundaban las haciendas, en mayo de 1795 de produjo uno de los hechos más relevantes de la historia nacional venezolana y del continente americano: bajo el mando del zambo José Leonardo Chirino parte de las dotaciones de esclavos de la hacienda donde éste se desempeñaba como miembro de la dotación ligada a la casa del amo, y de negros y mulatos libres de otras haciendas vecinas, con miembros de lo que para entonces eran denominados pueblos de indios, se complotaron y alzaron en contra de las autoridades coloniales que los explotaban y expoliaban a par iguales. Este importante hito debe ser contextualizado precisamente tomando en cuenta el movimiento y traslado de ideas de liberación que generó la Revolución Francesa y, mucho mas cercanamente, el modelo o ejemplo que circuló por todo el Caribe, para entonces, proveniente de la recién inaugurada Revolución de los esclavos de Haití y que tocó tierra firme en Venezuela justamente por el territorio que aquí nos propusimos estudiar.

Precisamente, este territorio era refugio seguro de los africanos huidos de las haciendas y sitios donde eran sometidos a esta inhumana y execrable práctica esclavista. Les sirvió de amparo defensivo y luego construyeron en él los famosos palenques donde convivían con la población aborigen con la cual se establecieron importantes mecanismos de intercambio cultural y de convivencia aun no explorados y que, en consecuencia, han sido incluidos entre los objetivos de nuestro estudio.

Al referirnos a la población de esta comunidad, estamos hablando de población aborigen, negros, mestizos, zambos y mulatos libres, entre quienes se establecieron profundos lazos apretados por condiciones físicas y condiciones sociales compartidas. A partir de ellos, se generó un tipo humano cuya mentalidad y formación axiológica deberá ser adecuadamente ponderada y estudiado para explicarnos fenómenos de relevancia para la historia de nuestros pueblos--como el guiado por José Leonardo Chirino-- y comportamientos que se extienden hasta el presente, los que junto con las expresiones de su espiritualidad, y especialmente los de la cultura tradicional, constituirán fines principales de nuestra investigación.

3.- Barrio La Guinea

Su nombre nos remite casi automáticamente a África, en tanto nos hace recordar que para los haitianos esta palabra es el símbolo de la tierra desde donde sus antepasados fueron extraídos por la violencia y donde se conserva el reservorio del imaginario colectivo común rectorado por los ancestros. Así lo testimonian, por ejemplo, los cantos que se ejecutan en las ceremonias del sistema religioso creado en Haití conocido por el vocablo vodú y que se han mantenido con plena vigencia en esa porción de la vecina isla caribeña. Pienso que esta referencia no es casual, sino todo lo contrario: ella explica la existencia de tradiciones culturales que nos remiten a la región caribeña y, por su conducto, aquella Patria Mítica que hace latir el corazón de sus hijos donde quiera que se encuentren.

Esta comunidad objeto del presente estudio está situada en uno de los barrios marginales de la ciudad de Coro. Negros y mulatos integran fundamentalmente su población, que se conformó en el progresivo proceso de migración del campo a la ciudad, en este caso procedente de la Sierra Coriana ya mencionada. Se trata de una mayoría de gente humilde, donde abundan fundamentalmente casas de vivienda de paredes de barro, y techos de torta en la que se incluye la paja, construidas según las técnicas procedentes del territorio montañoso y otras que surgieron en Coro como adaptación a la topografía urbana y a otras necesidades.

Con uno de los líderes del barrio, el señor Mario Aular, hicimos un recorrido inicial para demostrar que este asentamiento se levantó siguiendo la lógica de los desplazamientos poblacionales que conformaron la mencionada ruta de la Sierra al llano, adonde la población negra y mulata se trasladó con mayor celeridad y cantidad, luego de abolida la esclavitud, en búsqueda de fuentes de trabajo y de mejorías materiales, según patrones que han sido estudiados por investigadores referidos a otros países y regiones del continente. Aular encabeza una reivindicación pública para que le sea reconocida la identidad del barrio, cuyo nombre de La Guinea fue borrado hace anos de los catastros oficiales no se sabe a ciencia cierta persiguiendo qué intereses. Ese nombre, en consecuencia, debe ser restablecido porque, entre otras razones, aparece en documentos que se remontan de la segunda mitad del siglo XVIII.

Documentos consultados* en relación con la insurrección de Chirino nos permiten estar en condiciones de demostrar fehacientemente la sólida vinculación de esta comunidad con tales acontecimientos y con la población serrana involucrada en los mismos. Puede demostrase a partir de ellos, que entre ambas comunidades existía un real compromiso de lucha antiesclavista y de liberación social, asentada en ese vínculo profundo de lo humano y de sus creaciones espirituales. A pesar del evidente nivel de pobreza en lo referido a las condiciones materiales de vida o existencia, se observa un esfuerzo especial por mantener en alto el orgullo de la pertenencia a una sociedad portadora de sólidos vínculos entre sus miembros y de tradiciones culturales tan fuertes, como la del tambor coriano, verdadero complejo músico-danzario que puede ser tomado o considerado como el símbolo de la falconía.

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*Nos referimos particularmente al volumen Documentos de la insurrección de José Leonardo Chirinos (Caracas, 1994). Reseñados por la investigadora Josefina Jordán, quien da fe de la pérdida del expediente seguido a José Leonardo en el juicio que le siguió con motivo de tal hecho histórico.

Resulta de mucho interés el hecho de que se conservan las estrechas relaciones de los vecinos del barrio con sus familiares, compadres y amigos de la sierra; y lo es también el que se hayan esforzado y aplicado por recrear estas relaciones y que este acto resulte de alto valor de adaptación al medio especifico en que se vive. Fruto de este afán enriquecedor, se han derivado el sostenimiento de tradiciones propias de la sierra, como el culto al Divino Niño Jesús y también el que hayan surgido otras tradiciones, como la que acabamos de mencionar referida a la música y a la danza.

El examen de algunos indicadores demográficos de ambas comunidades tomados de las fuentes del Capítulo Falcón del Instituto Nacional de Estadísticas nos induce a la consideración de la existencia de un flujo migratorio que contribuye a confirmar nuestras consideraciones mencionadas más arriba.

Población por grupos de edades Macuquita:

Total %

Niños (de 0 a 11) 37 29**

Adolescentes (12-17 años) 18 14**

Jóvenes (18-29 años) 28 23

Adultos jóvenes (30-44) 16 13*

Adultos (45-54) 17 13*

Adultos mayores (65 y más) 12 9

Total 128 100

Población por grupos de edades del Barrio La Guinea:

Total %

Niños 0- 11 años 362 21**

Adolescentes 12-17 años 175 10**

Jóvenes (18-29 años) 386 23

Adultos jóvenes 30-44 años 365 22*

Adultos 45-64 años 246 15*

Adultos 65 o más 158 9

Del análisis de estos datos pueden enunciarse las siguientes observaciones:

* Nótese una diferencia porcentual mayor en La Guinea en las edades de madurez en la esfera laboral.

** Nótese una diferencia inversa en estas edades de niñez y adolescencia.

Curazaito es la porción más marginal del barrio y debe su nombre, justamente, al evidente asentamiento de la población procedente de la isla vecina de Curazao o, indirectamente, de ella a través de la Sierra coriana. En él las condiciones materiales de vida son peores y, sin embargo, los vínculos con las expresiones de la cultura tradicional son cada vez más fuertes y profundos.

En la calle del barrio denominada Nueva vive la señora Olga Camacho con su agrupación La Camachera, quien ha sabido mantener durante varias largas décadas la tradición del tambor coriano, hasta el punto de convertirlo en el símbolo más alto que ilustra el extraordinario arraigo de esta espiritualidad con fuertes aristas africanas, aunque fruto de la creación propia de nuestros pueblos y sus profundos vínculos con una identidad compartida con el resto de los pueblos del Caribe a los que Venezuela pertenece por historia y cultura.

Santiago de Cuba, octubre 26,2005.

*Nota: El anterior texto preparatorio se publica rigurosamente tal y como fue redactado por sus autores en Santiago de Cuba entre el 23 de agosto y el 26 de octubre del 2005. La cita colocada en él referida al concepto de identidad fue escrita para el mismo por el pensador cubano Joel James, para entonces Director de la Casa del Caribe, quien falleció el 27 de junio del 2006. Su publicación constituye un homenaje póstumo a quien fuera uno de los revolucionarios más cabales y consecuentes que hayamos conocido.

La segunda parte del presente texto fue redactada por José Millet con la intención de condensar la data obtenida en el trabajo de investigación de campo y en las ocasionales incursiones que hicimos a algunas fuentes documentales de la localidad, en la que intervino Zulay Castejón. La toma de las fotos que lo acompaña y su selección estuvieron a cargo de los miembros de nuestro equipo de estudio Pedro Eduardo Concepción y Orlando Moreno, con el apoyo de Oscar Lázaro. Consignamos aquí su importante contribución a este tipo de trabajo científico, la cual es el más vivo testimonio del acierto de la colaboración en materia de investigación científica en la esfera de la cultura promovida por la Casa del Caribe entre nuestros dos pueblos. Tuvimos el cuidado de someter el manuscrito a la consideración de la Presidencia de INCUDEF y de algunos de los integrantes de su equipo de trabajo, así como a la de investigadores y estudiosos de varias instituciones de Falcón, de Cuba y de Curazao.

En un acto público que fue reseñado por la prensa regional, el pasado 10 de mayo el ingeniero Rafael Pineda Piña, alcalde del Municipio Miranda, firmó el decreto con que se le restituyó el nombre al barrio y se fijaron sus límites territoriales según la opinión autorizada de muchos de sus vecinos. En horas de la noche de ese mismo día una delegación encabezada por el Ministro de Cultura, Educación y Deportes de Curazao, doctor Dennis H. Jackson, participó en el Club La Guinea en el acto de la celebración de la comunidad y brindó por tan significativo acontecimiento, con la presencia de parte de nuestro equipo de estudio y de la Cooperativa Productora de audiovisuales “Visión Manaure”, la que registró en video y en fotos tan importante visita.

LA GUINEA, BARRIO AFROCARIBEÑO

José Millet

Luego de permanecer durante cuatro meses en Cuba, en el mes de noviembre del año 2005 retomamos el trabajo de investigación que habíamos empezado en el mes de marzo anterior amparado en el convenio firmado por el Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF) con la Casa del Caribe, institución cultural que posee la categoría de Centro de Investigaciones otorgada por el Ministerio de Ciencias, Medio Ambiente y Tecnología de la República de Cuba y de probado reconocimiento mundial, de la cual he sido uno de sus fundadores y de sus trabajadores más entusiastas durante casi un cuarto de siglo. El Presidente de INCUDEF, el poeta Simón Petit, le dio curso a la propuesta de integrar un equipo de estudio con tres o cuatro de los promotores culturales, afortunadamente gente por lo general lectora y estudiosa, más que todo dispuesta a eliminar el absurdo concepto que hasta aquí se ha manejado y mantenido del promotor cultural, alejado del estudio y distante a años luz del trabajo científico aplicado a la cultura. Establezco aquí sus nombres a modo de reconocimiento: el bachiller Pedro Eduardo Concepción, el técnico superior universitario (TSU) en Turismo Enzio Provenzano, la técnica medio en trabajo social Zulay Castejón y, a quienes se agregó el bachiller Oscar Lázaro. Tres de ellos actualmente iniciaron estudios universitarios, por lo que nuestro trabajo deberá reforzar el espíritu de estudio, formación y de superación que estamos fomentando fuertemente entre cada uno y todos los miembros de nuestro Instituto.

Hace apenas dos meses, se ha incorporado al equipo de estudio el estudiante de Turismo Orlando Moreno, joven yaracuyano que, con gran sacrificio personal, ha venido a hacer su pasantía en Coro, bajo nuestra tutoría, y que promete ser un profesional altamente preocupado por el aprendizaje constante y su aplicación a nuestra realidad social con inteligente sentido de las urgencias, que obligan a la inmediatez y mucho más a la eficiencia. Finalmente, luego de un año de haberse elaborado, se acaba de firmar un Convenio con la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) en el que se ha enfatizado el apoyo que deberemos recibir para construir y luego consolidar un Centro de Estudios Socioculturales de INCUDEF, para el cual, por ejemplo, será importante la ubicación de algunos estudiantes universitarios precisamente en condición de pasantes, quienes introducirán cambios importantes en la mentalidad y en el estilo de trabajo de los actuales empleados de INCUDEF, educados a una práctica lamentablemente divorciada del estudio y la investigación, que ahora empieza a ser modificada y que a la larga se convertirá en parte fundamental de su razón de razón de ser.

En la presente etapa de nuestro estudio, les asigné a los miembros de mi equipo la tarea de iniciar un levantamiento de información que nos permitiera determinar las fuentes documentales de que disponíamos en Coro para acercarnos a nuestro objeto de estudio. Establecimos contacto don el núcleo directivo y algunos de los trabajadores del Archivo de Historia de la Alcaldía, quienes me impresionaron positivamente por el alto nivel de responsabilidad y trato afable, más cuando comprobé la meritoria labor de restauración, preservación y ordenamiento de la valiosa documentación que se atesora allí. De igual manera, visitamos la Biblioteca “José David Curiel”, con excelentes fondos aun sin colocar en fichas ni en catálogos para hacerlos asequibles al público y donde permanece una hemeroteca en cajas, a la espera de un espacio donde colocarse y asimismo ponerse al servicio de la comunidad coriana. Finalmente, nos adentramos en la Fundación Biblioteca “Oscar Beaujón Graterol”, verdadero complejo donde se combinan armoniosamente las fuentes bibliográficas, hemerográficas y de documentos originales autógrafos de excepcional valor. Esta institución es un modelo de lo que debe ser hoy la biblioteca y ofrece servicios especializados, incluidas las consultas a través de Internet. Realmente Coro, y Falcón, debe enorgullecerse de contar con una institución tan profesionalmente organizada y atendida, que se ocupa por lo demás del rescate de la memoria colectiva a través de grabaciones magnetofónicas y en formato de video de los exponentes y cultores populares más representativos de la localidad.

La revisión hemerográfica hecha en la Biblioteca Oscar Beaujón realizada por Pedro Eduardo Concepción arrojó un dato de interés: en el periódico diario local La Mañana, desde el mes de diciembre del año 1955 hasta marzo del año 1987, el barrio La Guinea no aparece mencionado nunca y sólo se alude al “tambor coriano” en ocasión del tradicional día del repique—es decir, del día 30 de noviembre de cada año en que se anuncia el advenimiento de la Navidad—, sin colocar el nombre del conjunto ni de sus dueños o cultores populares. Esto nos demuestra claramente el tratamiento tan distante y poco estimulante dado a una de las expresiones más emblemáticas de la cultura local y regional.

El 20 de febrero pasado, luego de varias reuniones concebidas como mesas técnicas, se inició el programa del Instituto denominado Tomas Culturales, consistente en un contacto lo más amplio y profundo posible con cada uno de los veinticinco municipios que conforman el Estado Falcón para instalar en ellos la imagen corporativa nueva que hemos estado construyendo en INCUDEF. Se trata de un acercamiento de nuestro centro laboral a las comunidades más emblemáticas desde el punto de vista de la riqueza o el arraigo de las tradiciones culturales del pueblo de cada sitio, las cuales deberán exponerse, en su nicho original, con la participación fundamental de los vecinos en su condición de organizadores y de los cultores populares, grupos artísticos y personalidades más representativas de cada una de ellas. Tuvimos el honor de que se aceptara que el arranque tuviese como comunidad emblemática la de La Guinea, la cual en un tiempo record supo hacer valer y demostrar su capacidad organizativa anclada en el pasado y todavía muy vivificante en eventos tan importantes como las celebraciones del San Benito, San Antonio y del propio tambor coriano. Tenemos el firme propósito de estimular el que las propias comunidades se interrelacionen, de modo que se establezca entre ellas una fraternal emulación por reafirmar y destacar los valores más auténticos de los que ellas son acarreadoras. Se estaría tributando así un granito de arena en el serio problema comunicacional existente en el país, que también afecta a la relación entre estos sujetos colectivos y las individuales artísticas que surgen y viven en ellas.

Como uno de los resultados más dignos de destacar en esta toma cultural, se encuentra el que los vecinos del barrio La Guinea han reavivado sus energías dirigidas a conseguir que le sea restituido el nombre originario a su comunidad; asimismo, se han avanzado conversaciones directas con el Alcalde del Municipio Miranda para que esta petición no sólo se lleve a la práctica el próximo día 10 de mayo, sino que también el barrio sea declarado patrimonio histórico y cultural del Municipio. Adicionalmente, se está discutiendo lo concerniente a la solicitud de que el barrio tenga su propia Casa de la Cultura o Museo, donde descanse parte de la documentación e información relacionada con su historia, gentes emblemáticas y su vida cultural.

Pero, a estas alturas del relato, creo conveniente retomarlo donde lo dejamos cuando informábamos cómo se inició esta investigación de una pequeña comunidad coriana. En efecto, en marzo del año 2005 iniciamos los contactos con algunas personas que ayudarían decisivamente a enrumbar nuestros pasos hacia el ámbito coriano, que para mí es espacio físico, geografía humana, historia, pertenencia, bravura, orgullo, cariño (¿otra palabra mejor fue ingeniada en nuestra lengua castellano-americana para referirse a un sentimiento o afecto hacia alguien que la que inventó el coriano con la de querendón?) y, en suma, identidad, concepto que, para los efectos de una visión del mundo anclada en una posición política definida, equivale para mí a la posesión y disfrute de una igualdad social plena y verdadera. En síntesis: mis estudios del hombre y su espiritualidad se tornaron hacia Coro, su gente y su corianidad.

Recordemos cómo surgió el presente proyecto de estudio de caso: inicialmente, en conversaciones con la historiadora, la licenciada Nereida Ferrer y con la poetisa Celsa Acosta, emergió a propósito el nombre de un barrio objeto de una discusión ilustrada y política a consecuencia de la reclamación de algunos de sus vecinos. La Guinea—que es el nombre del barrio en cuestión—resuena a cacería humana en tierras africanas; a puerto de embarque de mercancías también de esa misma especie; a espacio mítico en que vamos e encontrarnos con nuestros ancestros; en suma: a cadena esclavista, comercio de carne humana y también a resistencias; a amos y a esclavos…a rebeldías y redención. La ruta estaba expedita para que nos embarcásemos en esta aventura siempre reconfortante que nos ofrece la historia, no tanto la ya escrita como la que está por escribir.

Fue así cómo, a través de tan entrañables intelectuales amigos, establecí una relación con un señor que lideraba el reclamo de la comunidad y que se había convertido en un tenaz escudriñador de archivos y documentos indispensables para probar la existencia del nombre La Guinea que le había sido suprimido a dicho barrio. Mediante conversaciones sostenidas desde entonces con él, fui acopiando valiosa información y conocimientos que me han permitido un acercamiento mejor a lo que luego se convirtió en objeto de estudio. Así, pude estar al tanto de que La Guinea había sido uno de los primeros y más emblemáticos asentamientos humanos de Coro, poseedora ella por añadidura de una de las mayores capacidades y voluntad de organización civil a nivel de las comunidades de base que se conoce en esta localidad, signada por un sentido del tiempo y de la dinámica social a los que es difícil de adaptarse si no se le comprende o estudia concienzudamente.

Siguiendo el curso del relato de este reclamo, me encontré en un situación parecida a la experimentada años atrás con los productores artesanales del cocuy del simbólico poblado rural de Pecaya: alguna parte de la injusticia ejercida por los opresores a lo largo de la historia de este rico y bello país en contra de los pobres habría de revelarse y, sin duda, en esta nueva circunstancia de la Venezuela bolivariana, habría de enmendarse. Y henos aquí, tratando de reconstruir parte de una trama que ya nunca podrá serlo ni en su totalidad ni en su completa veracidad, porque parte del material documental que podría servir para conectar la historia con la cultura fue destruido, se perdió o no se encuentra disponible. Me refiero a la parte de la declaración, tomada por escrito por las autoridades españolas, hecha por José Leonardo Chirino cuando fue juzgado por la insurrección que lideró en el mes de mayo de 1795, que estuvo y está vinculada raigalmente con la historia mítica y real del barrio, aunque sus vecinos no tengan idea de la cuestión.

Cuando digo que asumo la voz de uno de los vecinos estoy cometiendo un grave error. Es que ese vecino resume en cierta medida la historia y el reclamo del barrio en su conjunto. Basta que una voz, una sola voz, se alce, para reclamar o reparar una injusticia para que esa señal adquiera la dimensión de un sujeto supraindividual, siempre que ese reclamo posea un carácter de reivindicación del colectivo. Siguiendo la trayectoria lógica del relato, tal vez nos consigamos con las evidencias que nos permitan comprobar esta aseveración.

Ya para el año de 1979 fue creada en el barrio la Asociación de Vecinos, con una nueva junta directiva electa en diciembre pasado y convertida en el soporte más fuerte para viabilizar el reclamo que acabamos de mencionar, el cual se hizo público mediante una solicitud escrita dirigida al Alcalde del Municipio Miranda, el ingeniero Rafael Pineda, quien envió entonces una comisión que se reunió con varios líderes del barrio en el mes de abril del año 2004 y, en el momento en que redacto este folleto, ha reiterado su absoluta disposición de proveerle de íntegra solución al asunto, cuyo fondo histórico, político y social cualquier persona inteligente e instruida reconoce como portador de justa razón. En el mapa de la ciudad de Coro que hemos conseguido de la oficina de Empadronamiento de

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