Promesas hechas a un santo, Coro
Las promesas a un santo, digamos al niño Jesús, duraban entre siete o nueve años. El devoto renovaba la promesa si lo creía pertinente; si, por el contrario, era olvidada, se rompía la promesa y al devoto le achacaba a tal incumplimiento la responsabilidad por cualquier suceso o circunstancia adversa que se le presentara en su vida.
La mayoría de las casas objeto de parada de la peregrinación del niño Jesús eran aquellas cuyos miembros habían hecho algunas promesas al santo. La salida a la calle y su donativo era parte del compromiso que entrañaba la promesa y de la continuidad de la propia tradición sostenida en los hombros de la cofradía.
Esta tradición de la bajada del Niño Jesús se fue debilitando hasta el punto de acercarse a su desaparición. Actualmente son escasas las personas que la conservan, como Darío Polanco, quien hizo un esfuerzo supremo por protegerla con un grado de fidelidad aproximada a como lo hacía su fallecido padre. Pero hoy la bajada se produce en cualquier día del año, no tiene fecha fija.
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