viernes, 25 de abril de 2008

Las Turas en San Pedro de Mapararí, por Pedo Eduardo Concepción

LAS TURAS. Artículo didáctico.

Las Turas es una manifestación cultural en la que se destaca la realización de un rito mágico-religioso que practica el pueblo Ayamán, en la zona sur del Estado Falcón y la región norte del Estado Lara. El rito consiste en dar gracias a los espíritus y a la Madre Naturaleza por la cosecha recogida y por las cosechas futuras.

Esta ceremonia se acompaña de un baile con una música muy particular entonada por Turas y Cachos. Las Turas, hembra y macho, son flautas hechas de bambú, que dan su nombre a la fiesta y se diferencian entre si por el número de orificios (tres para las “machos” y dos para las “hembras”). También se utilizan los Cachos, formados por el frontal del cráneo del venado o “matacán”, agujereados para sacarle un sonido tanto más grave como sea el tamaño del “cacho”. Estas flautas las tocan los tureros con una mano, mientras en la otra sacuden rítmicamente una maraca .

La ceremonia de Las Turas es organizada por una cofradía cuya jerarquía la encabezan el Capataz y la Reina, seguidos por tureros y danzantes. La danza se ejecuta en un “patio de turas” en cuyo centro ha sido armado un altar de unos tres metros de alto donde se entrecruzan ramas de plátano, palma, flores de colores y varas de caña de azúcar. Al centro de este altar una o más cruces a veces vestidas con coloridos papeles, otras veces desnudas, de madera o metal, pero siempre rodeadas de las ofrendas a los santos, espíritus y a la Madre Naturaleza y que consiste en frutos de las cosechas, como tomates, naranjas, yucas, granos, aguacates, piñas, parchas y otras. También cesterías y taparas en diferentes formas. Por supuesto no falta la “chicha”, que es preparación exclusiva de la Reina y las bebidas espirituosas con las que se rocía las gargantas y el altar, generalmente cocuy de penca.

Luego de las respectivas invocaciones, rezos y oraciones a santos, espíritus y a la Madre Naturaleza, comienza el “son de turas” dando vueltas al altar, al sonido acompasado de turas, cachos y maracas. A la señal del capataz cambia en sentido contrario la dirección del baile, mientras mujeres y algún que otro hombre se agarra de las cinturas para participar en la danza con pasos hacia delante y hacia atrás. Al llegar el amanecer del nuevo día, se dirigen los tureros al “basurero”, que no siendo tal, recibe en ofrenda los frutos, las oraciones y las bendiciones. Así como los deseos de que la ceremonia y las cosechas del próximo año sean igual o mejor que las del presente.

Las Turas se celebra el 24 de septiembre, día de la Virgen de Las Mercedes, como resultado del sincretismo cultural fruto de la imposición de la religión católica a los pueblos aborígenes por parte del conquistador español. El pueblo Ayamán forma parte de la etnia Caribe y Las Turas una manifestación con una connotación profundamente ecológica, donde se rinde veneración a la naturaleza y a los “ojos de agua viva”. (Fuentes de agua pura y cristalina).

La ceremonia de Las Turas se lleva a cabo en distintos pueblos y caseríos del Estado Falcón, entre ellos: en Mapararí, San Pedro de Mapararí, El Jusal, El Tigre en el Municipio Federación y Los Cañitos en el Municipio Unión. También se celebra este ritual en Moroturo, Estado Lara y el Estado Portuguesa.

Las Turas es una manifestación cultural única en el mundo, con una fuerte connotación ecológica y practicada desde tiempos precolombinos por el pueblo Ayamán. Por su valor excepcional, el antropólogo José Millet, jefe del Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón, desde hace varios años ha solicitado la inclusión y el reconocimiento de Las Turas en la lista Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Pedro Eduardo Concepción.

Promotor Cultural adscrito al

Centro de Investigaciones Socioculturales

Del Instituto de Cultura del

Estado Falcón.

Pedro Eduardo Concepción Martínez.

0416. 225-64-13.

Estudiante de Comunicación Social en

La Universidad Bolivariana. Coro.

Estado Falcón.

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LAS TURAS.

Crónica.

Muchos podrían ser los motivos para visitar esa gran región del sur del Estado Falcón, en sus municipios Federación (capital Churuguara) y Unión (capital Santa Cruz de Bucaral); con la parte Norte del Estado Lara. Uno de esos motivos significaría adentrarse en territorio de los descendientes de los aborígenes “Ayamanes”, para ver y vivir una experiencia mágico-religiosa única en el mundo: Las Turas.

Las Turas es la ceremonia mediante la cual el pueblo ayamán agradece a los santos, a los espíritus y a la Madre Naturaleza por las buenas cosechas recogidas y por recoger. Esta ceremonia es llevada a cabo por “Los Tureros”, especie de cofradía con una sencilla jerarquía que comanda “El Capataz” y a quien le sigue “La Reina” y a ésta los Tureros: músicos-danzantes; que terminan con las “Danzantes” o bailadoras.

Intentaré narrar entonces la experiencia vivida en “La Duquesa”, pequeña finca cercana al caserío Los Cañitos, a 20 minutos más o menos de Santa Cruz de Bucaral, en plena sierra falconiana. Llegamos, Oscar Lázaro y yo, Promotores culturales provenientes del Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón a dicha finca el día 23 de septiembre del 2006., víspera del día de la Virgen de Las Mercedes. Esa fecha es el “Día de Las Turas” y es, como muchas otras, una imposición de la iglesia católica que derivó en el sincretismo cultural de celebrar Las Turas ese día. A esa hora, poco más de las 2pm, ya estaba armado “El Altar”: enramada de uno tres metros de alto formada con ramas de palmas y plátano, además de varas gigantes de caña de azúcar. Tres cruces forradas de papel colorido en el centro geométrico del altar y a sus pies y a su alrededor, un busto de Juana Vásquez, mítica Reina de las Turas desde 1932 al 2002, cuando fallece (de 130 años de edad, según sostiene su familia) y pasa desde entonces el reinado a su hija: Críspula Vásquez.

Rodean también al altar las ofrendas traídas por los lugareños que consistían en los más lindos frutos de sus conucos: tomates, caraotas (llamadas por aquí “Piras”), cebollín, ajo porro, limones, maíz, yucas, papas, cambur plátanos, lechosas, parchas, aguacates, naranjas, piñas. También productos preparados como la “Chicha”, preparación exclusiva de La Reina, no pudiendo faltar las bebidas espirituosas como el “cocuy de Penca”. Además, variados trabajos de cestería y envases de tapara de diferentes formas y tamaños.

Comenzó el Capataz invocando a las más variadas figuras del santoral católico, así como a los espíritus que acompañan a la Madre Naturaleza. Rociando al Altar de cocuy y ron, comenzó a bailar y con él los Tureros al son de “turas macho y hembra”: flautas ejecutadas por ellos hechas de bambú, y los “cachos”: hechos con el frontal de la cabeza de venado o “matacán”, al tiempo que con la otra mano sacudían rítmicamente una maraca. El son consiste en dar vueltas al altar en una dirección, para recorrerla luego en dirección contraria a la señal o grito del capataz, jefe indiscutido del baile, mientras La Reina, impertérrita y en una esquina del altar, observaba en posición de firme a los danzantes dar vuelta tras vuelta al mismo. Al mismo tiempo, tureras danzan abrazando por la cintura a quien se coloque a su derecha y a su izquierda, marcando tres pasos adelante y tres atrás, imitando voces de diversos animales.

Largo rato después, el Capataz detiene el baile. Oraciones, rezos, invocaciones y vivas a los santos, a los espíritus y a la Madre Naturaleza anteceden a un pequeño y merecido descanso para dejar asentarse el polvo y refrescarse merecidamente la garganta.

Así, entre “sones de Turas” y descansos, continuó la mágica ceremonia toda la madrugada hasta las 6 de la mañana. A esa hora, al mando del Capataz José “Cheo” Caldera y de la Reina Críspula Vásquez comienzan los presentes a desarmar el altar. Luego, en procesión, nos dirigimos a llevar parte de las ofrendas al “basurero”,que no es tal, solo así llamado; donde se depositan los frutos y que en el caso de Los Cañitos es un “Higuerón”, árbol impresionante por su belleza y tamaño de mas de 70 años de edad. Allí, nuevamente oraciones, rezos, vivas e invocaciones a santos, espíritus y a la Madre Naturaleza; velas encendidas, tabacos y agradecimiento por las buenas cosechas y por la lluvia regeneradora.

Volvemos alegres y con una inmensa paz en el corazón. Sentimos la presencia avasallante de la naturaleza en la majestuosidad del Higuerón, en los verdes y extensos campos y en las increíblemente bellas montañas de la Sierra de Falcón. Pero también sentimos esa paz incrustada en el alma por la comunión con la naturaleza de estos compatriotas, que no la contaminan, que la respetan y que interactúan con ella obteniendo sus más variados frutos. Así son Las Turas…..

Pedro Eduardo Concepción.

Promotor cultural adscrito al

Centro de Investigaciones Socioculturales

Del Instituto de Cultura del

Estado Falcón.

Pedro Eduardo Concepción Martínez.

0416. 225-64-13.

Estudiante de Comunicación Social

En la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Coro. Estado Falcón.

Bailando Turas en la finca La Duquesa, Los Cañitos.

El Higuerón.

José Caldera, Capataz de Las Turas Los Cañitos, junto al altar

Críspula Vásquez, Reina de Las Turas de Los Cañitos, Municipio Unión del Estado Falcón. Frente al altar.

Arriba: El Altar. Abajo: “turas, “cachos” y maracas.

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