viernes, 25 de abril de 2008

San Benito, en Coro: comunidades religiosas, Por José Millet

San Benito, en Coro: comunidades religiosas, Por José Millet

Francisco Rojas reconoce a la familia Curiel como el dueño de San Benito, lo cual nos indica que en ocasiones una tradición es introducida y arropada a ese nivel básico de organización social que es la familia, del cual pasa a otro nivel más amplio de socialización.

En efecto, en su recorrido o procesión del año pasado 2005, pudimos comprobar y registrar que esa devoción ha llegado a calar en amplios sectores del barrio La Guinea hasta instalarse en ella como uno de sus íconos más representativos. Esto sucedió, felizmente con la tradición al San Benito y….¿sucedió lo mismo con otras tradiciones al desaparecer la familia que los cobijó?¿El barrio las dejó morir? ¿Por qué? El estudio y la reflexión deberán aportarnos nuevos datos para darles a éstas y otras incógnitas respuestas plausibles.

El pintor Henry Curiel le tomó fotos a las celebraciones a San Benito realizadas por la familia Samarripa, que vivía en la calle Colón, donde confluían muchas personas del barrio para participar en el baile, que se hacía como hoy mediante una marcha colectiva que recorría las calles. Se le atribuye a los Samarripa el rescate de esta tradición, en un período en que las familias que la sostuvieron decayeron.

Francisco Rojas también señala a la familia Rojas Reyes como la continuadora de la tradición del San Benito introducida por Trina Curiel, luego del fallecimiento de esta querida cultora popular. Hubo mucha gente que se asoció a este culto, pero un lugar distinguido debe ocuparlo León Chirino, mejor conocido por León “Piña”,por su labor como fabricante artesanal de las piñatas para los niños .Era un hombre dispuesto y versátil: tocaba música en la banda del cuartel, el órgano en la iglesia de San Antonio y era rezandero cuando alguien en la comunidad guineana moría .Pero en el devocionario popular inscribió su nombre con tintas especiales al convertirse en uno de los organizadores de lo que llaman la “novena de San Benito”, devoción en forma de expresión creativa en rezos y oraciones improvisadas sobre la base de un fondo cultural antiguo.

Trina Curiel la Reina del San Benito. A la izquierda León Piña.

Cédula de identidad de Trina Curiel.

En casi todas las celebraciones se producen libaciones de alcohol, según la familia Lugo-Solís de Curazaito .Incluso después que se tapa la Santa Cruz de Mayo es cuando comienza la parranda. ¿Por qué bañan a San Benito con bebidas alcohólicas si él era beato? Le colocan aguardiente y cocuy.

En la década de los sesenta el profesor Willi Marín tenía una asociación para construirle una capilla a San Benito en el barrio.

La señora Alicia Hernández, de cincuenta y dos años de edad, nació en la calle Monzón, según ella perteneciente al barrio Las Panelas. Refiere que a San Benito lo tenía Trina Curiel en la otra calle y desde niña se sumaban a la caminata con que acompañaban la festividad de este santo en el barrio .Después de su fallecimiento, pasó a manos de su hijo Goyo y de éstas a las de Guarecuco, borrándosele a esta informante el resto de los nombres de los continuadores previos a los del actual Comité presidido por Miriam Acosta. Jorge Martínez, tío de Trina, junto con Piña y Goyo, mantuvieron la tradición del culto a este santo.

“Goyo” Curiel, hijo de Trina, con nieta, biznietos y tataranieta.

Algunos vecinos afirman que esta tradición fue traída de Curazao, parece que por el hecho de que Trina era descendiente de curazoleños. En el pueblito Bolívar, de la sierra coriana, también le hacen su fiesta a San Benito.

En la calle Providencia con Brión se conserva la casa que perteneció a una hermana de Trina y donde ésta vivió. Trina Curiel introdujo la tradición de San Benito en el barrio La Guinea y por ende en Coro. La había tomado de Cabimas, ciudad del Zulia donde más viva y fuerte se ha mantenido el culto al Santo Negro. Gregorio Curiel, hijo de Trina, vivió también en esa casa donde se mantiene vivo el recuerdo de su madre y que tal vez sería el sitio más indicado para construirle un museo.

Josefina Curiel, sobrina de Trina Curiel con la imagen de bulto original del San Benito traído de Cabimas.

Miriam Acosta Gómez, de cuarenta y nueve años de edad, vive en la calle Monzón número ciento trece, entre las calles León Faría y Providencia. Nos refiere que de la mano de Trina Curiel pasó la tradición a la de Ángel Chirino. Desde niña, ella era bailadora de esa fiesta; también recuerda que hubo un festival Folklórico con el grupo de Trina Curiel, que ella además pertenecía a otro grupo artístico.

Cuando era niña, le explicaban a Miriam que al barrio lo llamaban La Guinea; desde hace diez o quince años lo llaman inexplicablemente Las Panelas. Existe, pues, una confusión en la gente de la comunidad en lo referente a este delicado asunto, de modo que la Asociación de Vecinos usa Las Panelas para referirse al barrio. Tanto su madre como su padre eran corianos provenientes de un pueblo, Corribo, situado en la vía que conduce a la costa: un punto que es una especie de vía en que se entrecruzan poblados, por lo que la gente se asocia a Sabaneta.

La casa de vivienda de Miriam está asentada cerca de un consultorio médico. En casi todos los sitios de esta vivienda observamos imágenes de San Benito y, entre ellos, la cocina es un espacio privilegiado. La razón de su vinculación con tan importante pieza del hogar es que al santo se le asocia con los beneficios de la comida que le llega a la familia devota a él y a quienes le piden prosperidad cada año.

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