LA GUINEA, BARRIO AFROCARIBEÑO
José Millet
Luego de permanecer durante cuatro meses en Cuba, en el mes de noviembre del año 2005 retomamos el trabajo de investigación que habíamos empezado en el mes de marzo anterior amparado en el convenio firmado por el Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF) con la Casa del Caribe, institución cultural que posee la categoría de Centro de Investigaciones otorgada por el Ministerio de Ciencias, Medio Ambiente y Tecnología de la República de Cuba y de probado reconocimiento mundial, de la cual he sido uno de sus fundadores y de sus trabajadores más entusiastas durante casi un cuarto de siglo. El Presidente de INCUDEF, el poeta Simón Petit, le dio curso a la propuesta de integrar un equipo de estudio con tres o cuatro de los promotores culturales, afortunadamente gente por lo general lectora y estudiosa, más que todo dispuesta a eliminar el absurdo concepto que hasta aquí se ha manejado y mantenido del promotor cultural, alejado del estudio y distante a años luz del trabajo científico aplicado a la cultura. Establezco aquí sus nombres a modo de reconocimiento: el bachiller Pedro Eduardo Concepción, el técnico superior universitario (TSU) en Turismo Enzio Provenzano, la técnica medio en trabajo social Zulay Castejón y, a quienes se agregó el bachiller Oscar Lázaro. Tres de ellos actualmente iniciaron estudios universitarios, por lo que nuestro trabajo deberá reforzar el espíritu de estudio, formación y de superación que estamos fomentando fuertemente entre cada uno y todos los miembros de nuestro Instituto.
Hace apenas dos meses, se ha incorporado al equipo de estudio el estudiante de Turismo Orlando Moreno, joven yaracuyano que, con gran sacrificio personal, ha venido a hacer su pasantía en Coro, bajo nuestra tutoría, y que promete ser un profesional altamente preocupado por el aprendizaje constante y su aplicación a nuestra realidad social con inteligente sentido de las urgencias, que obligan a la inmediatez y mucho más a la eficiencia. Finalmente, luego de un año de haberse elaborado, se acaba de firmar un Convenio con la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) en el que se ha enfatizado el apoyo que deberemos recibir para construir y luego consolidar un Centro de Estudios Socioculturales de INCUDEF, para el cual, por ejemplo, será importante la ubicación de algunos estudiantes universitarios precisamente en condición de pasantes, quienes introducirán cambios importantes en la mentalidad y en el estilo de trabajo de los actuales empleados de INCUDEF, educados a una práctica lamentablemente divorciada del estudio y la investigación, que ahora empieza a ser modificada y que a la larga se convertirá en parte fundamental de su razón de razón de ser.
En la presente etapa de nuestro estudio, les asigné a los miembros de mi equipo la tarea de iniciar un levantamiento de información que nos permitiera determinar las fuentes documentales de que disponíamos en Coro para acercarnos a nuestro objeto de estudio. Establecimos contacto don el núcleo directivo y algunos de los trabajadores del Archivo de Historia de la Alcaldía, quienes me impresionaron positivamente por el alto nivel de responsabilidad y trato afable, más cuando comprobé la meritoria labor de restauración, preservación y ordenamiento de la valiosa documentación que se atesora allí. De igual manera, visitamos la Biblioteca “José David Curiel”, con excelentes fondos aun sin colocar en fichas ni en catálogos para hacerlos asequibles al público y donde permanece una hemeroteca en cajas, a la espera de un espacio donde colocarse y asimismo ponerse al servicio de la comunidad coriana. Finalmente, nos adentramos en la Fundación Biblioteca “Oscar Beaujón Graterol”, verdadero complejo donde se combinan armoniosamente las fuentes bibliográficas, hemerográficas y de documentos originales autógrafos de excepcional valor. Esta institución es un modelo de lo que debe ser hoy la biblioteca y ofrece servicios especializados, incluidas las consultas a través de Internet. Realmente Coro, y Falcón, debe enorgullecerse de contar con una institución tan profesionalmente organizada y atendida, que se ocupa por lo demás del rescate de la memoria colectiva a través de grabaciones magnetofónicas y en formato de video de los exponentes y cultores populares más representativos de la localidad.
La revisión hemerográfica hecha en la Biblioteca Oscar Beaujón realizada por Pedro Eduardo Concepción arrojó un dato de interés: en el periódico diario local La Mañana, desde el mes de diciembre del año 1955 hasta marzo del año 1987, el barrio La Guinea no aparece mencionado nunca y sólo se alude al “tambor coriano” en ocasión del tradicional día del repique—es decir, del día 30 de noviembre de cada año en que se anuncia el advenimiento de la Navidad—, sin colocar el nombre del conjunto ni de sus dueños o cultores populares. Esto nos demuestra claramente el tratamiento tan distante y poco estimulante dado a una de las expresiones más emblemáticas de la cultura local y regional.
El 20 de febrero pasado, luego de varias reuniones concebidas como mesas técnicas, se inició el programa del Instituto denominado Tomas Culturales, consistente en un contacto lo más amplio y profundo posible con cada uno de los veinticinco municipios que conforman el Estado Falcón para instalar en ellos la imagen corporativa nueva que hemos estado construyendo en INCUDEF. Se trata de un acercamiento de nuestro centro laboral a las comunidades más emblemáticas desde el punto de vista de la riqueza o el arraigo de las tradiciones culturales del pueblo de cada sitio, las cuales deberán exponerse, en su nicho original, con la participación fundamental de los vecinos en su condición de organizadores y de los cultores populares, grupos artísticos y personalidades más representativas de cada una de ellas. Tuvimos el honor de que se aceptara que el arranque tuviese como comunidad emblemática la de La Guinea, la cual en un tiempo record supo hacer valer y demostrar su capacidad organizativa anclada en el pasado y todavía muy vivificante en eventos tan importantes como las celebraciones del San Benito, San Antonio y del propio tambor coriano. Tenemos el firme propósito de estimular el que las propias comunidades se interrelacionen, de modo que se establezca entre ellas una fraternal emulación por reafirmar y destacar los valores más auténticos de los que ellas son acarreadoras. Se estaría tributando así un granito de arena en el serio problema comunicacional existente en el país, que también afecta a la relación entre estos sujetos colectivos y las individuales artísticas que surgen y viven en ellas.
Como uno de los resultados más dignos de destacar en esta toma cultural, se encuentra el que los vecinos del barrio La Guinea han reavivado sus energías dirigidas a conseguir que le sea restituido el nombre originario a su comunidad; asimismo, se han avanzado conversaciones directas con el Alcalde del Municipio Miranda para que esta petición no sólo se lleve a la práctica el próximo día 10 de mayo, sino que también el barrio sea declarado patrimonio histórico y cultural del Municipio. Adicionalmente, se está discutiendo lo concerniente a la solicitud de que el barrio tenga su propia Casa de la Cultura o Museo, donde descanse parte de la documentación e información relacionada con su historia, gentes emblemáticas y su vida cultural.
Pero, a estas alturas del relato, creo conveniente retomarlo donde lo dejamos cuando informábamos cómo se inició esta investigación de una pequeña comunidad coriana. En efecto, en marzo del año 2005 iniciamos los contactos con algunas personas que ayudarían decisivamente a enrumbar nuestros pasos hacia el ámbito coriano, que para mí es espacio físico, geografía humana, historia, pertenencia, bravura, orgullo, cariño (¿otra palabra mejor fue ingeniada en nuestra lengua castellano-americana para referirse a un sentimiento o afecto hacia alguien que la que inventó el coriano con la de querendón?) y, en suma, identidad, concepto que, para los efectos de una visión del mundo anclada en una posición política definida, equivale para mí a la posesión y disfrute de una igualdad social plena y verdadera. En síntesis: mis estudios del hombre y su espiritualidad se tornaron hacia Coro, su gente y su corianidad.
Recordemos cómo surgió el presente proyecto de estudio de caso: inicialmente, en conversaciones con la historiadora, la licenciada Nereida Ferrer y con la poetisa Celsa Acosta, emergió a propósito el nombre de un barrio objeto de una discusión ilustrada y política a consecuencia de la reclamación de algunos de sus vecinos. La Guinea—que es el nombre del barrio en cuestión—resuena a cacería humana en tierras africanas; a puerto de embarque de mercancías también de esa misma especie; a espacio mítico en que vamos e encontrarnos con nuestros ancestros; en suma: a cadena esclavista, comercio de carne humana y también a resistencias; a amos y a esclavos…a rebeldías y redención. La ruta estaba expedita para que nos embarcásemos en esta aventura siempre reconfortante que nos ofrece la historia, no tanto la ya escrita como la que está por escribir.
Fue así cómo, a través de tan entrañables intelectuales amigos, establecí una relación con un señor que lideraba el reclamo de la comunidad y que se había convertido en un tenaz escudriñador de archivos y documentos indispensables para probar la existencia del nombre La Guinea que le había sido suprimido a dicho barrio. Mediante conversaciones sostenidas desde entonces con él, fui acopiando valiosa información y conocimientos que me han permitido un acercamiento mejor a lo que luego se convirtió en objeto de estudio. Así, pude estar al tanto de que La Guinea había sido uno de los primeros y más emblemáticos asentamientos humanos de Coro, poseedora ella por añadidura de una de las mayores capacidades y voluntad de organización civil a nivel de las comunidades de base que se conoce en esta localidad, signada por un sentido del tiempo y de la dinámica social a los que es difícil de adaptarse si no se le comprende o estudia concienzudamente.
Siguiendo el curso del relato de este reclamo, me encontré en un situación parecida a la experimentada años atrás con los productores artesanales del cocuy del simbólico poblado rural de Pecaya: alguna parte de la injusticia ejercida por los opresores a lo largo de la historia de este rico y bello país en contra de los pobres habría de revelarse y, sin duda, en esta nueva circunstancia de la Venezuela bolivariana, habría de enmendarse. Y henos aquí, tratando de reconstruir parte de una trama que ya nunca podrá serlo ni en su totalidad ni en su completa veracidad, porque parte del material documental que podría servir para conectar la historia con la cultura fue destruido, se perdió o no se encuentra disponible. Me refiero a la parte de la declaración, tomada por escrito por las autoridades españolas, hecha por José Leonardo Chirino cuando fue juzgado por la insurrección que lideró en el mes de mayo de 1795, que estuvo y está vinculada raigalmente con la historia mítica y real del barrio, aunque sus vecinos no tengan idea de la cuestión.
Cuando digo que asumo la voz de uno de los vecinos estoy cometiendo un grave error. Es que ese vecino resume en cierta medida la historia y el reclamo del barrio en su conjunto. Basta que una voz, una sola voz, se alce, para reclamar o reparar una injusticia para que esa señal adquiera la dimensión de un sujeto supraindividual, siempre que ese reclamo posea un carácter de reivindicación del colectivo. Siguiendo la trayectoria lógica del relato, tal vez nos consigamos con las evidencias que nos permitan comprobar esta aseveración.
Ya para el año de 1979 fue creada en el barrio la Asociación de Vecinos, con una nueva junta directiva electa en diciembre pasado y convertida en el soporte más fuerte para viabilizar el reclamo que acabamos de mencionar, el cual se hizo público mediante una solicitud escrita dirigida al Alcalde del Municipio Miranda, el ingeniero Rafael Pineda, quien envió entonces una comisión que se reunió con varios líderes del barrio en el mes de abril del año 2004 y, en el momento en que redacto este folleto, ha reiterado su absoluta disposición de proveerle de íntegra solución al asunto, cuyo fondo histórico, político y social cualquier persona inteligente e instruida reconoce como portador de justa razón. En el mapa de la ciudad de Coro que hemos conseguido de la oficina de Empadronamiento de
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